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10 ene 2010

El Club recordó instantes antes del partido a Ponte

DEPORSPORT El Real Club Deportivo rindió un cariñoso homenaje a Enrique Ponte Veira, legendario central del Deportivo fallecido ayer sábado en A Coruña. Mañana lunes será incinerado a las 13.30 en el Tanatorio

 

enrique
por Pepe Guillín

Defensa racial, Enrique Ponte Veira marcó una época en la zaga deportivista durante los años cuarenta y cincuenta. Nació en A Coruña el 18 de julio de 1925, fruto del matrimonio de cinco hijos formado por Manuel Ponte y Adela Veira. Sus primeros pasos futbolísticos nos remiten al modesto Deportivo Ciudad, en el que militaba Orestes Vara, más conocido como periodista, y otros jugadores de la talla de Ton o León, paladín éste de un club presidido entonces por el Sr. Cameans. Era una maravilla acudir a los partidos entre el Deportivo Ciudad y la Fábrica de Armas, el Gaiteira, el Sporting Ciudad, el Torre, etc., en los campos de San Diego, Coruña (Torre de Hércules) y después en La Granja.
Ponte reunía las virtudes típicas del defensor poderoso: destacaba por su fuerza, rapidez y un portentoso salto que le permitía dominar el juego aéreo, tal como muestra la imagen. Sus actuaciones no pasaron desapercibidas para el Real Club Deportivo, que lo ficha y lo cede al Lemos de Monforte. Un año después, en el ecuador de la década de los cuarenta, entra en la primera plantilla. Fue titular indiscutible durante diez temporadas.
Durante la etapa de Andonegui como entrenador deportivista, se puso de moda la figura del central. En esa posición, Ponte desarrolló sus cualidades al máximo nivel, siendo preseleccionado en varias ocasiones. Fue sin duda uno de los mejores defensores españoles de su época.
Pero más allá de sus condiciones futbolísticas, destacaba por su espíritu. Ponte lo daba todo sobre el césped. Los golpes que recibió le dejaron secuelas visibles en el rostro.

ponte

Los duelos que mantuvo con el sevillista Araujo, uno de los delanteros más marrulleros que ha dado el fútbol español, fueron legendarios. Al finalizar su contrato con el Deportivo, fichó por la Cultural Leonesa. El defensor coruñés jugó durante cuatro años en ese equipo, con el que llegó a ascender a Primera División. Finalizada su etapa leonesa, regresó a la capital herculina. Entonces estuvo a punto de fichar otra vez por el Deportivo, pero finalmente no llegó a un acuerdo con el club blanquiazul y recaló en Ferrol, donde jugó dos años. Tras su experiencia ferrolana, volvió a enrolarse en el Deportivo, que le ofreció un homenaje en vez de dinero. Así colmó su ilusión por colgar las botas en el equipo de sus amores. Y es que en el corazón de Ponte, al igual que en el de Acuña, sólo había lugar para un equipo: el Deportivo. Ambos jugadores representan un vínculo de fidelidad al blanquiazul que difícilmente puede explicarse con palabras.
Ponte fue un jugador clave durante la campaña 49/50, la que dio lugar al primer subcampeonato blanquiazul. El equipo lo formaban Acuña; Botana, Ponte, Pedrito; Martín, Guimerans; Franco, Moll, Ponce, Dieste y Tino. Otros jugadores como Juanete, Marquínez, Pita, Carlos, Paseiro, García, Juananco, Rábade, Otero, Lestón o Maristany completaron aquella excelente escuadra.
Al recordar a este bravo jugador, me gustaría que los futbolistas de hoy tomasen nota de su compromiso con el escudo. No todo en la vida es dinero y Ponte dio ejemplo de ello en tiempos mucho más duros que los actuales. Es de justicia reconocerlo y, sobre todo, acordarse de aquellos jugadores que lo dieron todo por nuestro Real Club Deportivo, aun a riesgo de que a uno le llamen carca.