El árbitro, tras casi hora y media enclaustrado, escapó bajo la armadura de la Policía, desfilando por un escenario en el que, poco antes, luchaban agentes y aficionados, se disparaban pelotas de goma, botellas y todo lo arrojable.
La jugada del minuto 82 dejó en la intrascendencia todo lo que ocurrió en un notable partido de fútbol, que estabiliza al Deportivo en el liderato y sentencia al Sevilla hacia el descenso. Entonces, con 1-2 en el marcador, y el equipo de Nervión acumulando razones para ganar, Tsartas le pegó a una falta desde el vértice derecho de Songo'o. El camerunés rechazó el disparo, apareció Marchena y remachó a la red. Mejuto dio el gol por bueno, pero frenó su carrera hacia el centro tras mirar a su juez de línea, que había observado una posición adelantada de Otero.
Siete días antes, el corazón del sevillismo había recibido una puñalada atroz en San Mamés, donde, en los minutos finales del choque, el dúo Rodríguez Santiago-Rafa Guerrero le privó de una victoria con un gol injustamente anulado. Mucho antes, durante el tramo inicial de la Liga, el Sevilla también había acumulado errores arbitrales decisivos para su crisis. Toda esa dinamita explotó cuando Mejuto González (ayudado por Oscar Martínez y Aurelio Asensio) prendió el encuentro. A partir de ahí, el fútbol pasó a ser un elemento secundario. El auxiliar que anuló el gol siguió el partido junto a dos policías que se movían a su son. La gente saltó al campo y lanzó todo tipo de objetos al colegiado. El Sánchez-Pizjuán ya ha sido cerrado dos veces esta temporada.
En un escenario de ira, Makaay anotó el gol que anduvo buscando durante toda la noche. El holandés había sido el referente exclusivo de ataque para un Deportivo timorato y ordenado, que aprovechó primero las carencias defensivas sevillistas con dos llegadas de Jokanovic. Luego creció el Sevilla, con un gol de Juan Carlos y otro injustamente anulado, en la primera parte, por presunta falta a Songo'o, realizada por... Manuel Pablo.
Luego llegó la jugada del minuto 82, y el estadio pidió que el equipo se marchara. El Deportivo es líder, con muy pocas cosas y al final de esta semana recibe a un enfermo terminal, el Atlético de Madrid.
El Sevilla planea adulterar la competición como medida de protesta. Y la sangre corrió por Nervión el día que el Sevilla fue condenado a Segunda.
«Yo no voy a ir a la Federación con una metralleta. Protestaré, pero no me harán caso, porque el Sevilla ya es de Segunda», declaró el presidente del club.
Los jugadores se plantean la retirada del equipo
La plantilla del Sevilla se reunirá esta semana para consensuar las medidas de protesta que adoptará. Uno de los capitanes del equipo, José María Quevedo, abogó ayer por no disputar ningún partido más en lo que resta de temporada.
«Cuando hemos intentado sacar la cabeza, nos la han cortado; es muy grave lo que nos llevan haciendo durante la temporada, y no estamos dispuestos a aguantar más; esta semana, nos vamos a reunir para, con más calma, tomar una medida contundente; yo, personalmente, optaría por no jugar ni un partido más en esta Liga; están buscando echar al Sevilla a Segunda, y así se lo facilitaremos más», declaró el jugador gaditano.
Los jugadores tienen previsto tomar una resolución el lunes o el martes y transmitírsela al club antes de la Junta General de accionistas que se celebrará el próximo jueves.
Varios jugadores del Sevilla se mostraron a favor de la medida que planteó Quevedo y que pidió, en el tramo final del partido, el público del Sánchez-Pizjuán («¡Que se vaya el equipo!»). «Comprendo la petición de la gente, pero creo que los jugadores han tomado la decisión correcta», dijo el presidente sevillista, Roberto Alés.
«Se ponen a protestar los de arriba, y a tomar por saco nosotros; a partir de ahora, tendría que jugar el equipo juvenil», señaló Vassilis Tsartas.


