Ni Luis Aragonés, ni Juande Ramos, ni Lillo, ni Mané, ni Víctor Muñoz. El Real Zaragoza, conocida la marcha de Txetxu Rojo al Athletic la próxima temporada, se marcó como objetivo prioritario la contratación de Javier Irureta, que finalizaba su relación laboral con el Deportivo de La Coruña el 30 de junio, para que se hiciera cargo de la dirección del equipo aragonés durante la próxima temporada.
La entidad que preside Alfonso Soláns se puso en contacto con Miguel Santos, representante del preparador guipuzcoano, y le hizo saber su fuerte interés. Sin embargo, César Augusto Lendoiro abortó cualquier tipo de negociación al aceptar la propuesta económica que Irureta le puso sobre la mesa: 300 millones de pesetas por renovar un año más.
El consejo de administración del Real Zaragoza diseñó el perfil que consideraba adecuado para el equipo, y se llegó al consenso de que debía ser un entrenador con gran experiencia y español. El nombre de Javier Irureta no tardó en situarse, como ya lo había hecho antes de que Rojo llegara del Salamanca, el primero de la lista. Jabo, con las ofertas del Depor y del Zaragoza sobre la mesa y la del Celta prácticamente desechada, se decantó finalmente por el club de Riazor. En esta ocasión ha ocurrido algo similar, pero con matices que diferencian el desenlace de esta fugaz relación.
Dispuesto a irse
Irureta, según ha podido saber este diario de fuentes cercanas al técnico, estaba dispuesto a dejar el Deportivo por cuestiones de índole personal y porque el Real Zaragoza le parecía un destino más que apetecible para continuar con su dilatada carrera de entrenador. El preparador vasco había manifestado a sus allegados la dificultad del manejo del vestuario que dirige, y la complejidad que pueden alcanzar las relaciones ya de por sí tensas entre los futbolistas si el título de Liga se esfuma esta temporada.
La intención del exentrenador de Sestao, Logroñés, Oviedo, Racing, Athletic, Real Sociedad, Celta y Deportivo, era fichar por el Zaragoza con la misma ficha que tenía establecida en el contrato que expiraba el 30 de junio, es decir 150 millones de pesetas. Su asesor, Miguel Santos, puso en conocimiento de Lendoiro el interés del club aragonés y jugó la baza de la contraoferta: el doble de lo que figuraba en su ficha. En una reunión celebrada el día 23 de abril, horas después de que el Depor se impusiera a la Real (2-0), Lendoiro, para sorpresa del propio Irureta, dio una contestación afirmativa. A partir de ese momento el asunto quedó cerrado para todas las partes.
Segundo intento
Este periódico también ha podido saber que el Real Zaragoza siguió el rastreo de información para encontrar al técnico idóneo, y en su búsqueda preguntó por la situación contractual de Javier Clemente, exseleccionador nacional, que se hallaba dentro de los parámetros del entrenador que se intentaba contratar para sustituir a Rojo.
Clemente tiene una año más de compromiso con la Real Sociedad, noticia que frenó de inmediato cualquier tipo de acercamiento por parte del Real Zaragoza SAD, que sigue recibiendo ofertas de todo tipo y desde todos los puntos de la geografía.
Una de las últimas ha sido la de Lillo, también representado por Miguel Santos, aunque el extécnico del Salamanca, el Oviedo y el Tenerife no parece contar con muchas posibilidades. El mejor situado ahora es Luis Aragonés, quien no se ha pronunciado sobre su futuro. El Sabio de Hortaleza sí ha dejado claro que nadie se le ha dirigido de forma personal --él es su propio representante--, y que no comentará nada hasta que concluya el curso deportivo.


