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La llegada al Dépor de Guillermo Muñoz, primer extranjero tras la definitiva apertura de fronteras en el fútbol español, cumple 50 años

- Guillermo Muñoz en su debut oficial con el Deportivo, en partido de Segunda División disputado el 28 de octubre de 1973 ante el Hércules (1-1) en Riazor -

El 24 de agosto de 1973, el chileno Guillermo Muñoz firmaba su contrato con el RC Deportivo en la sede social de la Plaza de Pontevedra. ‘Hallulla’, como era apodado desde joven debido a que su padre elaboraba el pan blanco de ese nombre típico de Chile, Bolivia y Ecuador, le costó 250.000 dólares –unos 2,8 millones de pesetas al cambio de la época– al Dépor. Muñoz era un delantero o interior zurdo de gran velocidad y potente disparo. Sin embargo, pasó a la historia por otro motivo: fue el primer fichaje extranjero del Club tras la reapertura definitiva del mercado internacional en el fútbol español.

La normativa en la contratación de extranjeros ha ido cambiando desde la instauración del profesionalismo en el fútbol español en 1926. Inicialmente, los foráneos solo podían actuar como amateurs. La primera apertura de fronteras se produjo de cara a la temporada 1934-35, pero poco duró ya que el país entró en una guerra que paralizó el fútbol hasta 1939. Tras el conflicto bélico, el fichaje de extranjeros volvió a estar vetado hasta la reapertura de 1947. 

El mercado volvió a cerrarse, casualmente, justo veinte años antes del aterrizaje de ‘Hallulla’ en A Coruña. La Delegación Nacional de Deportes nuevamente prohibió, el 24 de agosto de 1953, el fichaje de futbolistas extranjeros. Las autoridades se escudaron en los malos resultados de la selección española –solo había ganado 4 de los 10 encuentros que había jugado tras su cuarto puesto en el Mundial de 1950– y en la polémica desatada entre FC Barcelona y Real Madrid CF por el fichaje del argentino Alfredo Di Stéfano.

El régimen abrió las puertas de nuevo tres años más tarde, en 1956, pero en 1964 volvió a cerrarlas tras el fracaso en el Mundial de Chile de una selección española con cuatro nacionalizados: el argentino Di Stéfano, el húngaro Puskás, el uruguayo Santamaría y el paraguayo Eulogio Martínez.

Durante aquellas primeras épocas de fronteras abiertas, el Dépor había contado con algo más de medio de centenar de jugadores –aunque solo 37 disputaron partidos oficiales– nacidos fuera de España. Entre los más destacados se encuentran los pioneros ingleses Long, White, Johnson, Preston, Campbell, Butcher y Bacon, los sudamericanos Moll, Rafael Franco, Oswaldo y Corcuera, los hijos de gallegos Reboredo, Pirelo, Souto o Vigo, los luso-angoleños Jorge y Fernando Mendonça o el peruano Montalvo.

A partir del cierre de 1964, el fraude en el fichaje de oriundos –jugadores sudamericanos que en su mayoría no pudieron acreditar sus orígenes españoles– acabó resultando tan manifiesto que las fronteras se reabrieron definitivamente el 26 de mayo de 1973. Con el cambio en la normativa, cada equipo podía fichar a dos extranjeros, aunque no podrían jugar la Copa, norma que acabaría derogándose en 1977. Si al Camp Nou llegaba el holandés Johan Cruyff por una cifra récord de 100 millones de pesetas, en el Santiago Bernabéu aterrizaba el alemán Günter Netzer, en el Calderón apostaban por el argentino ‘Ratón’ Ayala o en Mestalla jugaban la carta exótica con el maliense Salif Keita, en Riazor el primero en firmar fue Muñoz, en un verano realmente movido en busca del extranjero ideal.

El Deportivo acababa de perder la categoría tras dos campañas consecutivas y cuatro de las cinco últimas en Primera División. La idea era regresar por la vía rápida –aunque la película acabó en el polo completamente opuesto, con el descenso a Tercera– y por eso la directiva contrató a un entrenador de prestigio a nivel internacional, el chileno Fernando Riera. El ‘Tata’ había llevado a su selección al tercer puesto en el Mundial de 1962, además de haber dirigido al SL Benfica de Eusebio y a la selección mundial que se midió en Wembley a Inglaterra con motivo del centenario del fútbol, en 1963.

El Dépor tiraba de cantera –aquel año subían Piña y Pardo, David Vidal volvía de su cesión al UE Lleida y Seijas de su préstamo al CD Ourense–, para centrar todos sus esfuerzos en conseguir una pareja foránea de garantías. La búsqueda fue ardua. Hasta siete futbolistas extranjeros tuvo a sus órdenes Riera durante aquel mes de agosto.

El primero en llegar fue un delantero paraguayo, Amado Benjamín Cáceres. Cáceres había jugado dos campañas en el Hércules CF y cinco en el RCD Mallorca, equipo del que el Deportivo lo había fichado el verano anterior, el de 1972. Entonces no pudo jugar en Riazor al ser uno de los implicados en el principal fraude de futbolistas oriundos, el conocido como ‘timo de los paraguayos’. En el caso de Cáceres y de otros cuatro jugadores, la Delegación Nacional de Deportes les permitió seguir jugando en España a condición de que no cambiasen de club.

El 1 de agosto de 1973, con el mercado reabierto, Cáceres regresó a A Coruña. Pero no convenció a Riera. Diez días después abandonaba Riazor para volver a Palma de Mallorca. En el Luis Sitjar, en Segunda División, volvió a jugar esa campaña, anotando 2 goles en 10 partidos.

Antes de la marcha de Cáceres, llegaba desde Argentina un defensa. Omar Jorge Liguori procedía del Club Atlético Atlanta bonaerense. Comenzó a entrenar con el Dépor el 8 de agosto y disputó dos encuentros con la camiseta blanquiazul. El 12 de agosto jugó el XXII Trofeo Emma Cuervo ante el Real Oviedo, sustituyendo a Belló en el minuto 22. El Deportivo perdió por 5-1. Tres días después disputó los 90 minutos en el Trofeo Villa de Rábade, frente al CD Lugo, con un combinado Deportivo-Fabril dirigido por Carlos Torres, segundo entrenador blanquiazul. Liguori tampoco convenció al cuerpo técnico. Se marchó de A Coruña el 17 de agosto.

Con anterioridad, el 14 de agosto, había aterrizado en A Coruña un fino interior yugoslavo. Su nombre, Stevan Ostojić. El balcánico había jugado seis temporadas en el Estrella Roja de Belgrado, una en el AS Monaco francés (en Segunda División: 9 partidos y 6 goles) y dos en el Fenerbahçe SK turco (donde ganó una Copa del Presidente y una Supercopa). Había sido dos veces internacional absoluto con el combinado ‘plavi’. Tenía calidad a la par que un enorme hándicap: cumplía 32 años el día 20 de aquel mes. Debutó el 15 de agosto sustituyendo a Loureda en un amistoso ante el Sporting Cambre, la misma tarde del Villa de Rábade, con otro equipo del Dépor, en este caso dirigido por Riera.

El 18 de agosto fue titular en el V Trofeo Conde de Fenosa, frente al Real Madrid CF de Netzer, Santillana, Pirri y el exdeportivista Rubiñán. Ostojić provocó el penalti que transformó Rabadeira en el momentáneo 1-0 y completó un buen primer tiempo, aunque fue sustituido en el descanso por Pepe Vales. En la segunda mitad, los blancos le dieron la vuelta al marcador (1-2) para llevarse el trofeo. El 22 de agosto, Ostojić hizo las maletas para poner rumbo a Estados Unidos, donde acabaría su carrera jugando 3 partidos con los San Jose Earthquakes en los inicios de la histórica NASL norteamericana, antes del aterrizaje de Pelé, Beckenbauer y compañía.

- Ostojić, segundo por la derecha en la fila inferior, entre Beci y Rabadeira, en la alineación del Deportivo en el Conde de Fenosa de 1973 -

Un yugoslavo se fue el 19 de agosto y otro llegó veinticuatro horas después. En este caso, un defensa, de nombre Rajko Rašević, de 26 años y procedente del FK Sarajevo. El 25 de agosto, este central jugó la primera mitad, tras la que fue sustituido por David Vidal, del XVIII Trofeo Concepción Arenal, en el que el Dépor se impuso al Racing Club de Ferrol (1-2). Riera y Torres tampoco dieron el visto bueno en su informe. El 27 de agosto, Rašević puso fin a su periplo coruñés, para regresar a su país. Aquella temporada acabaría jugando en el FK Željezničar (7 partidos y 1 gol) de la máxima categoria yugoslava.

Un día antes del Concepción Arenal, Muñoz firmaba con el Dépor en la Plaza de Pontevedra. Llegaba directamente desde Chile con la vitola de internacional absoluto. Y, prácticamente, tal como llegó, se fue. Su club de procedencia, el CD Santiago Wanderers, continuaba de gira por España y él siguió participando en ella. A su finalización, la selección chilena lo requirió para preparar la decisiva eliminatoria de clasificación para el Mundial de 1974 frente a la Unión Soviética, prevista para el 26 de septiembre (ida en Moscú) y el 21 de noviembre (vuelta en Santiago de Chile). De hecho, Muñoz, que no regresó a A Coruña hasta el 12 de octubre, no debutaría con el Dépor hasta el 21 de octubre, en el Trofeo Ciudad de Lugo que los blanquiazules conquistaron frente al equipo local (0-3) con dos tantos suyos. Una semana después lo haría oficialmente, en la 8ª jornada de liga, en Riazor frente al Hércules CF (1-1). Y eso, gracias a que los soviéticos se negaron a jugar el partido de vuelta como protesta al reciente golpe de estado en el país sudamericano. Aquella renuncia dejó una imagen histórica de las Copas del Mundo: once jugadores chilenos sacando de centro y marcando un gol sin oposición. Por fortuna para los intereses blanquiazules, Muñoz no tuvo que desplazarse a Santiago de Chile para protagonizar la esperpéntica escena.

Muñoz perteneció al Dépor hasta 1978, aunque una grave lesión de rodilla en el verano de 1975 le impidió rendir al máximo con el primer equipo a partir de entonces e incluso su última campaña en A Coruña compitió con el Fabril. El delantero chileno disputó 66 encuentros oficiales con el primer equipo blanquiazul –todos en sus dos primeras temporadas–, en los que marcó 21 goles.

- Guillermo Muñoz, en el centro de la fila inferior, entre Seijas y Cervera, antes de comenzar el Dépor-Betis (0-1) de Segunda División, el 23 de diciembre de 1973 -

Al día siguiente de firmar Muñoz, se plantó en A Coruña un nuevo delantero, de nombre Walker Ricardo Araujo Weydtt. A este brasileño de Porto Alegre la prensa de la época lo bautizó de diversas maneras: Weyddt, Walker, Walguer o incluso Walter. Weyddt tenía 23 años y procedía de un equipo modesto, el Guaraní EC de Juazeiro, un club del estado de Ceará, al noreste de Brasil. Cuatro días después, sin haber disputado un solo encuentro amistoso, pondría fin a su estancia en el Dépor.

Un día antes, el 28 de agosto, arribaba otro delantero. Juan Carlos Gómez Zaizer era argentino de padre español y madre de origen alemana. Llegaba del CA San Lorenzo de Almagro, que lo había cedido al CA Platense durante los dos últimos meses de la temporada anterior. También había llegado a jugar con el primer plantel del CA Newell’s Old Boys. Todo esto, con solo 22 años. Apodado ‘Macho’ o ‘Pecho’, Juan Carlos, como fue conocido en su etapa herculina, no firmaría contrato hasta el 3 de octubre, después de más de un mes a prueba. El 14 de octubre –antes que Muñoz– se estrenó de blanquiazul, en la 7ª jornada de liga, frente al Cádiz en el Ramón de Carranza. Jugaría dos campañas en el Dépor antes de continuar su carrera en el Racing Club de Ferrol.

- Juan Carlos Gómez, el segundo extranjero en llegar tras la reapertura, pero el primero en debutar -

Después de mucho buscar y probar, el Deportivo cerraba, en pleno mes de octubre, su primera pareja de extranjeros desde la definitiva reapertura de fronteras en el fútbol español: Guillermo Muñoz y Juan Carlos Gómez. Esa misma temporada, en febrero de 1974 y ya con Enrique Orizaola como entrenador, el Deportivo probaría a otro paraguayo, Benicio Luis Aranda, mediapunta procedente del UE Lleida que tampoco gozó del beneplácito de los técnicos blanquiazules.

Desde entonces, más de 220 futbolistas nacidos fuera de España han pasado por las filas deportivistas, aunque en algunas ocasiones no llegaron a formar parte oficialmente de la plantilla. De ellos, 183 disputaron algún minuto en competición oficial.

Durante los años 70 y 80 hubo decenas de ellos a prueba que finalmente no firmaron, unos tras realizar algunos entrenamientos y otros después de vestirse de blanquiazul solamente en encuentros amistosos. Entre los casos más curiosos figuran los argentinos de origen gallego Cándido Marcote, Arturo Facal, José García, Carlos Tizón y Roque Carrizo (durante la gira a Argentina del verano de 1975), los alemanes Reinhard Kuzaj (1975-76) y Andreas Bäuerle (1985-86), el brasileño Roberto (1976-77), el austríaco Rudi Jellinek (1979-80), el anglo-jamaicano Fitzroy Samoth y el paraguayo Fidel Miño (1982-83), el neerlandés Tini Ruijs (1985-86), el nigeriano-estadounidense Adetokunbo Akinwande Thomas, apodado ‘Toks’ (1986-87) o el portugués Alberto Carlos Bastos Lopes (1988-89).

Años después aparecieron los jugadores que fueron fichados para ser moneda de cambio, como el francés Sylvain Wiltord o los brasileños Barata, Sidicley y Henrique. También están los numerosos casos de hijos de emigrantes, como el neerlandés Castro, el uruguayo Gustavo, el alemán Maikel o el suizo Seoane; los abundantes nacionalizados, como el brasileño Donato o el argentino Nahuel, o los futbolistas españoles con doble nacionalidad e internacionales por su segundo país, como el ecuatoguineano Bodipo o el filipino Guirado.