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La Opinión recuerda en su editorial los 20 años del Deportivo en Primera

La editorial de hoy domingo del periódico La Opinión de A Coruña tuvo como protagonista al Deportivo, en el arranque del campeonato liguero. El rotativo coruñés recuerda los 20 años consecutivos en Primera y recue

"La mejor liga de fútbol del mundo, avalada además con la corona mundial lograda este pasado verano por la escuadra española, arranca este fin de semana con una áspera realidad instaurada hace un par de años y consolidada ahora por la crisis económica. Sólo Real Madrid o Barcelona aspiran realmente al título, otros tres clubes pelean por tener plaza en las alturas -Valencia, Sevilla y Atlético de Madrid- y para el resto de equipos el futuro es una gran incertidumbre..

En este panorama de transición que atraviesa el fútbol español, atenazado por las deudas y amenazado por los interminables litigios entre los propietarios de los derechos televisivos, principal fuente de financiación de la Liga, el Deportivo celebrará esta próxima temporada un significativo aniversario: el 9 de junio de 2011 se cumplirán 20 años ininterrumpidos de permanencia en el fútbol de élite español tras ascender en 1991 de la mano de Lendoiro y Arsenio Iglesias. Una estabilidad en primera división -engalanada además con un título de Liga, dos de Copa y tres Supercopas- que en el actual plantel de la Primera División sólo pueden igualar otras cuatro escuadras: Real Madrid, Barcelona, Valencia y Athletic de Bilbao, los únicos con el club coruñés que no han pasado por Segunda en las dos últimas décadas.

En este Año Santo, hay también otra efemérides que ilustra la creciente dificultad de mantenerse en la élite del fútbol en estos últimos años. En el primer gran Xacobeo organizado por la Xunta se dio gran relevancia mediática a la potencia futbolística de Galicia, que estaba a punto de convertirse en la única comunidad con tres equipos en la máxima categoría: Deportivo, Celta y Compostela, que ascendió a Primera en 1994. De aquella marea futbolística, el club coruñés es el único que enarbola aún la identidad gallega en el fútbol nacional al más alto nivel. El Celta se arrastra por los campos de segunda, con más tendencia a perder la categoría de plata que a recobrar la de oro, y el Compostela, recién descendido a Preferente, es una grotesca caricatura de lo que fue.

Bien es verdad que las épicas noches de gloria europea en Riazor han dado paso a una realidad más prosaica, en la que sortear las dificultades económicas y mantener un paso meramente digno por la Liga -con puntuales momentos de agobio en los que llegó a temerse por la permanencia en Primera- se convirtieron en los nuevos objetivos realistas del club coruñés, con la resignación que esto conlleva para una afición acostumbrada a codearse con los mejores de Europa.

A pesar de vivir en estos últimos años en el filo de la navaja, hay que reconocer que el Deportivo, con un equipo de retales, ha conseguido solventar su peligrosa travesía del desierto. La temporada pasada, una magnífica primera parte del campeonato abrió unas esperanzas de clasificación europea que no se cumplieron al final por insuficiencias de la plantilla y desastres como la lesión de Filipe Luis que, además de suponer la pérdida de un baluarte deportivo para el equipo, amenazaba con arruinar importantes ingresos fundamentales para el club. Finalmente, la milagrosa recuperación del brasileño y su venta al Atlético han dado un respiro económico a la temporada que empieza, en la que el Deportivo ha conseguido reforzarse con once nuevas incorporaciones -ocho jugadores que llegan libres y tres cedidos- sin gastar un solo euro en fichajes. Es la divisa del club: reducción de la deuda a base de apretar el presupuesto.

El Deportivo ha renovado este año una buena parte de su plantilla. Sólo Manuel Pablo y Valerón sobreviven de la vieja guardia. Las impresiones de esta pretemporada apuntan a un equipo que genera más ilusión que el de la temporada pasada. Se ha dado un salto en la calidad, hay más recambios y a priori parece haber subido el nivel de equipo, con el valor añadido de contar en el banquillo con el técnico más experimentado de la Liga.

En los aspectos económico y jurídico, íntimamente ligados, el club se ha quitado de encima los asuntos más agobiantes -los casos de Sergio, el Mallorca o Djorovic- y desde la sede de la plaza de Pontevedra emana una cierta tranquilidad que no había al final de la temporada pasada.

El Deportivo encara una nueva etapa en la que, sin obviar las grandes dificultades a las que se enfrenta y manteniendo con realismo los pies en el suelo, se encuentra en disposición de generar en su afición una ilusión que vaya más allá de la mera supervivencia en la élite del fútbol español, sin restar la importancia que en cualquier caso tiene ese objetivo en sí mismo. Ese anhelo se palpa con más fuerza este año en el vestuario, especialmente entre los jugadores procedentes del extranjero, donde el prestigio del gran Deportivo que batió a gigantes como Manchester, Milan, Bayern o Juventus todavía refulge.

La ilusión no se concentra tan sólo en el ansiado regreso a las competiciones europeas. La afición también está esperanzada con el futuro blanquiazul. El optimismo, recuperado tras los batacazos de los últimos años, podría cimentarse sólidamente si se adoptasen algunas otras medidas oportunas. Por ejemplo, presentar un plan sensato a largo plazo que implique a la masa social y a los estamentos de la ciudad que en verdad crean en el futuro del club. También ayudarían la reactivación de la estructura organizativa de la entidad, ahora demasiado concentrada, y la transparencia en la gestión, que sin duda propiciaría la crítica sana y estimulante al tiempo que aislaría a aquellos que, enmascarados tras falsos objetivos regeneradores, no dudan desde hace años en dañar al club con intereses inconfesables tras los cuales, eso sí, se oculta siempre un beneficio particular".