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No quiero más suspense, Depor

El Mundo publica:Era mayo del 94, ese mes en que el cielo se convierte en exaltantemente azul para los que viven en él y el infierno terrenal mucho más negro para los que estan atrapados por la garra implacable de la auténtica depresión. Una ciudad entera

Aquel admirable equipo del Deportivo de La Coruña, dirigido por un aparente gañán lleno de falsa humildad, capacidad de sufrimiento y de supervivencia, y la sabiduría que otorgan las cicatrices, sólo necesitaba ganar en su campo a un decadente Valencia para recibir la corona de rey nacional, el enloquecido tributo y la desbordante identificación emocional de su pueblo. Entonces ocurrió una tragedia digna de ser narrada en prosa o en verso por Shakespeare. La épica responsabilidad de ganar («perder es fácil, la autocompasión es un deporte que nos gusta a todos, pero ganar es muy duro, no sólo se necesita talento sino tambien carácter para soportar la pesada carga de vencer», le aclara el lúcido, cínico, pragmático y despiadado socio capitalista al atormentado jugador de billar en la genial película El buscavidas) contagia el terror y la parálisis a los jugadores del Deportivo, que después de 89 minutos se sienten incapaces de vencer, de alargar la temblorosa mano para coger la manzana del árbol sagrado.

En el minuto 90 consiguen provocar un penalti. Bebeto, ese jugador genial con jeta de bebé mimado, la intocable estrella que cobra un dinero excesivo, tiene la inaplazable responsabilidad de lanzarlo y alcanzar el sueño colectivo. Pero el muy cobarde, el muy mezquino, elude con pavor su intransferible misión. Lo tira el elegante, heroico y profesional Djukic. Un portero del que nunca más se volvió a saber, lo detiene. El Deportivo pierde la Liga. No hay consuelo para la desesperación absoluta. Jugadores, público, los simbólicos y actuales habitantes de las mitológicas Troya y Numancia, descubren el significado de la desolación sin límites.

Yo amaba a aquel equipo al que se le escapó el poder y la gloria. Mi admiración por él, seis años más tarde, es limitada y se centra fundamentalmente en individualidades, pero deseo fervientemente la justa revancha del que fuera injusto perdedor, aunque él se empeñe en imitar sin tregua al maestro Hitchcock.