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Primer tropiezo en Riazor contra el Calvo Sotelo (1-1)

Cuarta jornada de Liga y el Deportivo obtiene su primer manchón en Riazor. Frente al Calvo Sotelo no se pudo pasar del empate y los deportivistas se situaban en el quinto puesto y fuera de las posiciones de ascenso. Se daba la circunstancia de que el equi

NO MERECIÓ EL CALVO SOTELO EL PUNTO QUE ARRANCÓ EN RIAZOR

R.C.DEPORTIVO: Buyo; Pardo, Piris, Belló; Ballesta, Albino; Piño, García, Merlo, García Castro y Pousada.

Nadie nos quitó un punto, pero hemos dejado de sumar uno más. Nuestro Real Club Deportivo tenía cuatro y ahora son cinco, que debían ser seis si en el fútbol imperase la lógica. Pero esta vez vino el Calvo Sotelo, desplegó su afán de lucha, su garra y su adecuado fútbol y se llevó uno de los puntos que, en teoría, debía haber quedado en Riazor. Así es este deporte, y así será hasta la consumición de los siglos.

Fue un buen partido, que el R.C.D. inició con un juego ofensivo cuajado de brillantez y de “malograda eficacia”. Medios y delanteros accionaban en beneficio de Merlo que jugaba entonces en punta, esquivando tarascadas, hasta que el hombre renunció a la posición avanzada y el dispositivo blanquiazul se resquebrajó. Los puertollaneros, que luchaban con enorme ahínco, aprovecharon la coyuntura para afirmarse e intentar la penetración, intentos para los que favorecieron la flojedad de los defensas laterales de casa (...). Y el fútbol decayó y no hubo goles.

Pero los hubo después: dos. El primero, del Calvo Sotelo, realización de Bautista con mediación del larguero y su rebote, y tres minutos después, del Deportivo, obra muy laboriosa de Pousada. Quedaban por jugar treinta y seis minutos, tiempo bastante para una reacción positiva del equipo local. Los blanquiazules la intentaron, empleándose con ganas de salir triunfadores y su entrenador echó al campo a Piña, hombre defensivo, en sustitución del interior García Castro. Pese a ello, el equipo apretó de firme pero no hubo modo de forzar la retaguardia puertollanera muy asentada y favorecida por la suerte. Hasta la madera llegó a repeler un fuerte testarazo de Merlo.