Admitiendo, por supuesto, que los entrenadores también se equivocan, aunque algunos se nieguen a reconocerlo.
Viene todo esto a cuento por lo que está ocurriendo con los jugadores del Fabril, enrolados últimamente en el Deportivo por decisión del nuevo técnico, Luis Rodríguez Vaz. Ya dijimos en su momento que se corría mucho riesgo alineando a cuatro fabrilistas de golpe en el primer equipo blanquiazul.
Aún aceptando las facultades que poseen estos jóvenes, están faltos de la experiencia que se requiere en la Segunda División.
Máxime si se dan las circunstancias, como así ocurre, de nerviosismo y de falta de confianza en el conjunto, a causa de su comprometida situación en la tabla clasificatoria.
Cuando se quiere incrustar savia nueva en un equipo, suele hacerse dosificadamente, es decir, incluyendo un jugador o todo lo más dos considerados promesas entre los veteranos de la plantilla.
Pero cuatro a la vez resulta un cupo excesivo según se viene comprobando en los recientes partidos del Deportivo...
Un experimento este que no debe hacerse más que en momentos de bonanza, porque en caso contrario se perjudica a los jóvenes valores, los cuales se ven coaccionados por la tensión ambiental y así poco pueden contribuir a mejorar el comportamiento del equipo, utilizándolos como teóricos refuerzos.
