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Vítor Migués, en Torre de Artabria: con el Dépor en Segunda, no salíamos ni en la foto

Vítor Migués acaba de publicar un artículo en la página web Torre de Artabria titulado "Salir o no salir en el Telediario", en el que explica el sentimiento deportivista tan profundamente arraigado en A Coruña

A continuación reproducimos íntegramente el artículo de Torre de Artabria:

"En nuestra ciudad hace tiempo que sufrimos amnesia colectiva. La historia pasada, y lo que es peor, la reciente; nos ha situado en un estadio de "desmemoramiento grupal" en el que, a la postre, nuestra identidad ha sucumbido. Por lo que parece, pocas cosas de su propia ciudad son un motivo de orgullo para los coruñeses más jóvenes y, permítanme ejemplificar esta tendencia en la hija del gran magnate local, quien a poco de casarse ha huído de Marineda para avecindarse en Barcelona. No dejo de pensar si, finalmente, acabará hablando catalán, porque, a diferencia de lo que sucede por aquí, por allá algunos siempre serán forasteros.

El caso es que desde el mundial de fútbol la imagen de La Coruña está en decadencia, y el que no lo vea es porque no quiere o porque está ciego. Y no es tanto una crisis de masa crítica, sino de autoestima y "comunicación", porque la verdad es que el casco urbano de nuestra ciudad ronda los 310.000 habitantes, y con su área metropolitana forma una densa comarca de casi medio millón. Lo cierto es que, para desgracia de muchos, Inditex ha nacido y sigue aquí; y la palmaria realidad es que el peso de la economía coruñesa en el conjunto de Galicia no ha parado de crecer. Definitivamente no; el problema no ha sido tanto la falta de crecimiento, sino la proyección exterior, siendo de nuevo Inditex el caso paradigmático: no son pocos aquellos que no la identifican con Coruña en la propia España, y son todos fuera de nuestras fronteras.

Y sucede que la gente puede no ser conocedora de las grandes cifras ni de la verdadera población de su ciudad (insisto, casi 310.000 en casco urbano), pero sí de su talante y estado de ánimo. La gente sabe que la proyección exterior de La Coruña, a diferencia de otras ciudades similares o mucho más pequeñas, está acorde con su peso demográfico en el conjunto del estado; y si la comarca de la capital ártabra supone un 1% del total de población nacional, la sensación de que nuestro nivel de impregnación mediático es igual de pequeño o todavía inferior, está más extendida de lo que parece. Puede que no se exprese en hechos sonoros o que no se verbalice siquiera, pero en el subconsciente colectivo de nuestra generación más joven pesa como una losa el anonimato de nuestra ciudad, del que ni siquiera la torre, ensombrecida por el despotismo ilustrado de la resina jacobea, nos puede sacar.

Pero La Coruña se ha rebelado contra ese silencio; y lo ha hecho arropando sin condiciones al único activo que puede colocarla en el mapa: El Real Club Deportivo. No ha sido ni la gallardía del entrenador, ni los goles, ni el "derbi", ni los precios de los abonos, ni la lealtad que -todo hay que decirlo- se le profesa a la augusta figura de Lendoiro. Ha sido, más que todo eso, precisamente lo que nadie se atreve a decir en la ciudad de los caladiños: la agobiante sensación de que con el "Dépor" en segunda no salíamos ni en la foto; la certeza de que la urbe quedaría sepultada mediáticamente; el temor al insoportable anonimato colectivo de unas gentes cuya ciudad pocos aciertan a situar en el mapa, y que saben que -por triste que resulte- tener o no tener al Dépor en primera es, ni más ni menos, que salir o no salir en el telediario".